Los nuevos métodos de enseñanza,
modificando los hábitos mentales de la clase dirigente, corregirán, poco a
poco, los defectos más asaltantes de nuestro yo colectivo: la atonía de la
inteligencia, el verbalismo; la incapacidad para la acción colectiva y los
esfuerzos continuos y persistentes.
Las aulas universitarias pueden ser también escuela práctica de
solidaridad, de la cual salgan espíritus preparados para la acción colectiva.
Para nadie es un misterio que la asociación es una fuerza inerte en este país.
Nuestras desgracias pasadas nos lo dicen las voces. Ellas nos enseñan que en el
Perú hay un individualismo monárquico y disolvente, que tiene sus raíces
en el egoísmo y la vanidad, y esteriliza todas las energías, y frustra todas
las esperanzas de mejoramiento, porque el progreso, en cualquier orden que se
le considere, no es, ni puede ser, sino un resultado de las fuerzas
individuales coordinadas.

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